... , olvidada ya de sí, él también languideciente, no sabríamos decir si las flores que recordaba, que colgaban mustias de abandono a lo largo del amplio balcón de la fachada, eran del sueño de la noche anterior, o si realmente quería soñar con las flores posibles de otro mundo, de otras calles y casas y balcones---
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Naturalmente ironizaba, dejándose mecer en suaves brisas eufónicas traídas por palabras fáciles y engañosas. No. Nunca había creído en las rosas modernistas de invernadero, sino más bien en los desplazamientos del sueño, en la fealdad y la desolación de paisajes y almas---
No era un romántico. Era un canalla---
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