7 de diciembre de 2007

¿Autoficción?

Bastante más que un juego frívolo, mucho menos que la seriedad (imposible: todos jugamos: en el siglo XXI; homo ludens loquens, desde Huizinga/Wittgenstein, ui/ui)---

Están las reglas: para quebrantarlas: no nos atenemos al uso pronominal (él es yo y no-yo), ni al orden temporal (nuestro pasado presente es igual que nuestro futuro recordado) ni veritativo: entre ficción y realidad saltamos alegremente, para confusión del público, irritado e inquieto, deseoso de patalear si estuviera en el teatro: inmoral lo que se escribe, si es que antes se ha pensado, ante la sospecha de un compromiso práctico con el mal---

Están las reglas: y hemos dado en la inmoralidad. La mente sola nos ha conducido a ese ámbito de la negación---

Se juega en serio, porque lo serio ha desaparecido. Lo que hay es el juego y la sonrisa: y en lo único que hay, porque no existe otra cosa, uno tiene que atenerse a las reglas; inexistentes éstas: porque no son serias = esto es, controvertidas, impugnables, sometidas a la contradicción caprichosa, al punto de vista arbitrario, a la escritura automática---

***

La imagen que viene con lo escrito viene sin motivo (igual que lo escrito): un motivo no puede consistir en una asociación fugaz y momentánea, como suele ser el caso de mis imágenes y mis palabras---

Imago est---

Homo (ergo) ego (sum) fictus: Figurae fingo. El otro mundo, el de detrás del espejo que está en la habitación abuhardillada para envejecer él y permanecer en la faz lozana nosotros y la risa fresca (realizando el sentido juvenil de la totalidad de los anuncios publicitarios), el conjunto alternativo de los acontecimientos sin referencia empírica, existe en y para la imagen provisional---

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