El periódico trae imágenes de pura maldad que no merecen el perdón del dios ni de los hombres. Desasogantes, capaces de hundir cuerpo y alma. Las manos de la madre y el niño al borde del abismo, el verdadero y el único. Yo no sabría perdonar, después -a pesar- de tantos años de cristianismo. Perdonar me parece un escándalo en ciertos casos. Aunque escasas, hay más de una imagen que condensa el mal puro. Abominamos de lo tibio, queda bien decirlo... Pero más ominoso es este crimen, extremo, con cuyos autores no queremos habitar la misma tierra. Ya lo Dijo: más les valdría no haber nacido, y arrancarse los ojos, a quien les afrenta.
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