Se escribe, cuando no hay necesidad ni llamada, para demostrar o demostrarse algo. Una vez que no se quiere, que se ha renunciado a demostrar, ¿para qué escribir?, ¿para qué mostrarse?
Eso pensaba anoche, ahora dudo.
Escribir también es recoger, ir a la vera de un río y acompañar su flujo como se pueda y hasta que se pueda. Que eso no lo sabe nadie.
Volvemos a Europa. Cuatro semanas en España son naturalmente muy poco tiempo para poder decir por qué este país no es Europa, pero suficientes para desprenderse de falsas expectativas y dejar a un lado comparaciones que son un obstáculo, como las comparaciones con Italia, que dejan a España en un lugar muy pobre, pobre en tesoros arquitectónicos... ¡a excepción de los árabes, que son una revelación...! pobre también en el arte de vivir. (Max Frisch, después de su visita en 1950; tomado de I. Hernández, "Frisch y España...«a primera vista», Turia, nº 119)
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