Jon Arnoldo profesa en la Escuela de G. Siguiendo la estela de Elcano, con no menor ambición, ha circunvalado este mundo, y aun, según se expone admirablemente en la nota biográfica de la Encyclopaedia Universalis, se postuló para un periplo por los otros, fríos, silentes e inhóspitos. Buscó las Indias y las Indias encontró, sin repetir los errores de Colón puesto que iba a cosa hecha y brujulada. Trasladóse después a las Américas, con igual exactitud navegadora. Volvió a la patria, más sabio y sobre todo ello mucho más partidario de la virtud humilde y callada, nada histriónica y que huye de las galas, acicalamientos y prepotencias del ego, al que ha renunciado según proclama en múltiples entrevistas. La verdad nace en el común, proclama, en el entre dialéctico y nunca en el intro reflexivo. El examen autoconfesante contiene in germine la plena alharaca del empresario capitalista, siempre al asalto de la tierra con su faz sombría. Para evitar la tentación ha ordenado que en su entrenamiento doctrinal sus discípulos tornen al vero socratismo: esto es, que la aletheia discurra o más bien emerja, psique volandera y maravillosa, en el tablao.
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