17 de junio de 2021

Acuarelas

 Una marina, no. Lo que se ve desde el final de la calle es una parte del monte y la cruz de hormigón arriba. Así que la cruz es un lugar más para ser mirado que para mirar.

Nunca me había sentado ahí, a salvo del tráfico, entre idas y venidas del sol en estas jornadas de clima indeciso.

Pintar con palabras: para eso están los lápices comprados. Pero pintar es la imagen de otra cosa bien distinta. No el detalle exacto de una cámara hiperreal... Esto no lo quiero, sí la impresión, el signo o la traza... El lado del sujeto, no el del objeto, al que renunciamos junto con todas las otras ambiciones.

Nadie sabe, quizás las acuarelas fijen un instante, el del curso del sol en viajes atemporales atravesando el sur de costa a costa, o el rebrillo del mar desde una barca de pesca por la tarde. Llama a esto impresión, porque no se conocen los detalles. Una marina, puede, pero ahora al final del viaje. O sea, el tiempo.

No hay comentarios: