Tememos el poder destructivo de los bárbaros, que deshagan las obras del espíritu que amamos y admiramos: un libro, una estatua, una iglesia. Nos sobreviene una extraña y absurda piedad por el destino de esos objetos nuestros, signos de obras, testimonio del espíritu, expuestas al rigor de los bárbaros, cuando nosotros no estemos. Tienen derecho los insectos a la página del libro, es intolerable la quema de uno solo..
2 comentarios:
Empezamos quemando libros en Opernplatz en Berlín y terminamos quemando a personas. Luego creemos que con una stolpersteine en nuestro camino es suficiente para recordar el daño que se hizo. Y la historia se repite.
Esperemos que no, aunque confianza en la humanidad, poca.
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