16 de febrero de 2016

Esta andanada de Richard Feynman contra los filósofos (¿o quizás contra los profesores de filosofía?):
 ... uno de los más grandes experimentadores de la época, William Harvey, decía que la ciencia vista por Bacon no era más que la ciencia del ministro que éste era. Pues Bacon, quien hablaba sin cesar de las observaciones que había que hacer, olvidaba una sola cosa, a pesar de ser ésta esencial: la necesidad de elaborar primero un juicio sobre lo que vale o no la pena de ser observado, sobre aquello a lo que hay que prestar atención. 
Esta moral final escéptica, epicúrea, estoica, sabia, plenamente helenística:
Puedo vivir con la duda, la incertidumbre y el no saber. Pienso que es mucho más interesante vivir sin saber que tener respuestas que podrían ser erróneas. Tengo respuestas aproximadas, creencias posibles y diferentes grados de certidumbre acerca de diferentes cosas, pero no estoy completamente seguro de nada y hay muchas cosas de las que no sé nada… No necesito conocer la respuesta. No siento miedo de no saber cosas, de estar perdido en un universo misterioso sin propósito alguno, que es la forma como veo las cosas hasta el momento. No me asusta.

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