Las figuras del mito, las narraciones, las interpretaciones consiguientes de personajes y acontecimientos dan pereza. Está además el prejuicio: se encuentra en el mito lo que uno predispone en él. Leemos con nuestra particular letra ya puesta. Con el mito, el cuadro o el texto no actuamos de manera inocente. Ahora bien, si se tiene paciencia, cuántas ganancias!
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