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7 de septiembre de 2015
La ciudad no es para mí, aunque el azul marino sea admirable. Soy demasiado humilde para esta feroz combinación de semáforos y tiendas.
Nadie hay más humilde, noble y coherente que el solitario. Y, parafraseando a Nietzsche, nunca se siente uno tan solo, se está tan a solas consigo mismo, como entre las multitudes de las grandes urbes.
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Nadie hay más humilde, noble y coherente que el solitario. Y, parafraseando a Nietzsche, nunca se siente uno tan solo, se está tan a solas consigo mismo, como entre las multitudes de las grandes urbes.
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