15 de marzo de 2022

Tuvimos un momento breve -¿1850-1950?- en que pareció que íbamos a entender lo que nos rodeaba. Después todo se desbordó, los especialistas se especializaron más y más, sus conocimientos se hicieron incognoscibles y el sistema volvió a basarse en la presunción de que todo es tan complicado que los mejores pueden entender si acaso muy bien una porción ínfima -y nada más. O sea: otra vez al estadio religioso. Vivimos vidas de cuyo funcionamiento sabemos casi nada. Nos regodeamos en un estado de barbarie menguada por la supuesta información. (M. Caparrós, El Interior, p. 473) 

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