Miro fotos, alguna de ellas (en realidad muchas de ellas) magníficas. Pero a qué distancia está ahora eso de mí! Siempre lo estuvo, pero ahora mucho más: a los encantos de la gran ciudad me refiero (y esta lo es con mayúsculas históricas), a esa hermosura del tiempo que se fija mucho mejor en blanco y negro, donde solo juegan la luz y la sombra. Es decir, la verdad.
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