18 de marzo de 2022

Hemerotecas

Putin abandona la dialéctica materialista para secularizar el trono imperialista de los Romanov. Un imperio deshilvanado por Lenin, centralizado por Stalin, descompuesto al disolverse el aglutinante que unía las repúblicas soviéticas. Para recuperar la hegemonía hay que releer el pasado. Putin nada fía al credo marxista porque esa fe está vacía. Tampoco gana volviendo sus ojos a Europa. Desprecia su posmoderno desencanto. Frente a la licuada y enmohecida eurozona, retoma la solidez del sentimiento de adhesiones populares que sustentaron al antaño reino. (L. Núñez Ladevéze, en El Debate)

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