Hay cierta poesía ingenuista, ruda, de la que cabe esperar su buen hontanar de verdades, que diría aquel, chulapo pero simpático. Estas verdades se sobreponen al tono entre Bécquer y Camposmor (ironía on), según corresponde a esa medida del tiempo que se reparten Heraclito, el fuego y los relojes.
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