26 de marzo de 2022

Hemerotecas, narrativas

Al dirigirse al Congreso de los Estados Unidos mientras las bombas caían sobre Kiev, con los ojos cansados, la camiseta caqui y la mano en el pecho, Volodímir Zelenski ha apelado también al alma americana, suponiendo que exista algo así. «Os necesitamos ahora. Os pido que hagáis más». Y Biden respondió: «Vamos a hacer más en los próximos días y semanas». Poco después, y por primera vez, calificó a Vladímir Putin de «criminal de guerra». Pero al pedir ayuda, no se ha volcado en recordarles la masacre diaria que padecen -por ese terrorismo de Estado que ha advertido Arcadi Espada-, sino que ha apelado a dos recuerdos también fundacionales, con su propio sudor, con su sangre y sus lágrimas, para los ciudadanos norteamericanos: «Os pido que recordéis Pearl Harbor, cuando fuisteis atacados. Recordad el 11-S». Con esa conexión emocional les estaba diciendo que Ucrania ya es el mundo, porque cerrar el cielo de un país no es pedir demasiado para salvar la vida de la gente. No se trata de alarmismo, sino de enchufarnos al resto a lo que ocurre allí: no es el futuro de Ucrania lo que se está librando, sino un modelo occidental del mundo con fundamentación democrática. Porque más allá de eso, os lo puedo asegurar, sólo hay perdición, horror y oscuridad. O que nuestras imperfectas democracias siempre serán mejores, y habrá que defenderlas de las dictaduras perfectas. (J. Pérez Azaústre, en El Mundo)

No hay comentarios: