Tenía la imagen de un Wallace Stevens pulcro y provinciano, dueño de una (gran) habitación propia en la que desconectarse de su trabajo como ejecutivo de seguros (otrosí, Kafka). No tanto... En 1936 protagonizó, en Cayo Hueso (el lugar conviene todavía a mis prejuicios), una pelea de borrachos a puñetazos con Ernest Hemingway, casi veinte años menor (W. S. estaba más cerca de los sesenta). La lucha terminó de forma poco gloriosa para W. S., aunque era hombre corpulento, derribado por el experto pugilista que era Hemingway...
Julio Cortázar, en una carta de abril de 1958 a P. B, se hacía eco de la dificultad de leer a Stevens (del que era asiduo), como poeta artificioso, sobretrabajado (overworked), aunque le complacía su musicalidad... Pero quizás deforme lo que escribe Cortázar (cito más o menos de memoria)...
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