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26 de marzo de 2020
Apilado, en la habitación contigua, está el viejo libro, Heráclito. Textos y problemas de su interpretación (7ª ed., 1983). Está impreso en Méxiso. Se tiraron mil ejemplares, y sobrantes. Las páginas han aguantado bien el tiempo, exhiben un tono dorado agradable, y huelen bien. De la encuadernación no hablamos. Siempre le tuve afecto a este libro. De mis profesores aprendí no su cercanía (era más asiduo al vicio semisolitario del paseante), pero sí su bibliografía. Granada, 1985. Gané lo mismo que me perdí, o eso creo. No puedo decir, con honesto rigor, que haya leído todas y cada una de su páginas. Tampoco me tengo que sentir culpable. Habiéndolas leídas todas tampoco habría comprendido mucho más, tanta es la diferencia entre lo que hay que saber y lo que la modestia puede. Tampoco me voy a entretener en compararlo con la larga síntesis de Guthrie en el primer volumen de su opus magnum. La tarde no está para filologías, ni yo pretendo competencia. El caso es que el libro estaba ahí, después de viajar por varias casas (casi una decena, si no me falla la cuenta, así son los sorprendentes números de las mudanzas de un sedentario). Hay dos marcapáginas en su interior: uno de publicidad de una novela negra o factura similar (dejémoslo ir); el otro es más prometedor (popculturalmente considerado), anuncia una exposición sobre Warhol en La casa encendida (Madrid, 2007-2008), no sé cómo ha ido a llegar a parar al libro. En esos años no visité la capital. En general, no he ido a ningún sitio. No importa. Está también una hoja que imprimí en 2007, también, algo personal. Supongo que en ese año, o curso, debí interesarme por el oscuro, pero Dios me libre del rastreo autobiográficointelectual, y también de palabras largas en las que se enrosca la presunción... A lo que iba: en las páginas 30 a 45 se hallan los fragmentos auténticos que se conservan. A mí me interesa el nº 52. "El evo (Aión) es un niño que juega y desplaza los dados; de un niño es el reino." Así reza la traducción. A mí me intriga, y me inquieta mucho más. Dadle un revólver a un niño... Pero no es esa la moraleja que conviene a la moral: en un intervalo temporal bastante largo la esperanza haría su obra.
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