En cualquier par de acontecimientos simultáneos se puede vislumbrar un signo providencial. Tan intrincada y en la práctica infinita es la conexión de las cosas. Tanto, que al posible orden secreto lo denominamos azar. (Una negación del sistema, distinta del no ser, de la nada, el 0; puesto que la evidente, ruidosa, presencia del mundo atestigua que este ≠ ∅)
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