Podría soportar al filósofo gobernante (bueno, unos días), pero la somera idea del filósofo áulico prodúceme sarpullidos de horror. Salgo corriendo y miro hacia atrás -por si me siguen- como cierto personaje de mi pueblo cuando el cura le pidió que le ayudara en un trabajo. Tonto sí, pero con lindes...
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