Ramón y Cajal, apenas el nombre de muchas calles:
Hasta sus últimos días vindicó los mismos ideales prácticos que lo habían sostenido en su aprendizaje de científico y de ciudadano: curiosidad, educación, esfuerzo disciplinado, ambición lúcida, patriotismo crítico. Que la mayor parte de sus cartas se haya perdido y que su legado permanezca arrumbado en un almacén es una calamidad y una desgracia, pero también es un síntoma de todo lo bajo que hemos caído, de todo lo más bajo que todavía podemos caer. (A. Muñoz Molina, escribiendo en El País del estado de postración de la educación y la cultura en España. "Tierra quemada ", el apropiado título.)
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