23 de octubre de 2015

Hemerotecas

Escribir una sola novela, irse al otro mundo sin conseguir publicarla, ahorrarse la neurosis de las ventas y pasar a la posteridad juntos el libro y tu alma, en eso consiste la verdadera gloria sin aditamentos impuros. Durante un viaje a Palermo quise seguir el rastro de Lampedusa. Villa Salina era una ruina llena de hierbajos detrás de una tapia color almagra en el barrio de Mondello. El palacio, los cafés donde escribía, los lugares que visitaba habían desaparecido. También de eso se ha salvado Lampedusa. En Palermo sólo es oro su memoria. (M. Vicent, en El País, 2007)

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