21 de octubre de 2011

Girardiana

El presidente imperial abrió la veda. Los pequeños césares aplauden (¿bendicen?) las ejecuciones extrajudiciales.

Cayó el estado del bienestar. Pero no es verdad: lo que cayó fue el sentido de la justicia. La democracia no consiste en algaradas ni en juicios de la plebe, sino en la actuación de los tribunales. Los políticos europeos que bendicen estos estados de excepcionalidad son indignos. Quod non erat demostrandum.

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