... afirmación, sobre todo, que no puede tolerar cualquiera que haya usado un iPhone. Lo recuerdo. Era de noche, hace cuatro años, a principios de otoño. Acodado en la barra del Tirsa, el niño Sostres sacó un iPhone del bolsillo y me mostró la pantalla. Había una foto. De inmediato el niño repelente hizo algo con sus deditos: lo que el popular poeta Barbeito llamaba pellizcar los cristales. Y una parte de la imagen creció. (A. Espada)Ilustrado por la ironía, supongo. Yo estoy muy lejos del imperio central y sus convenciones sígnicas.
Blogger me avisa de que las leyes europeas, Dios las bendiga, me obligan a que avise a mis improbables visitantes y/o lectores de que mi blog usa cookies, pero a mí su aviso, incompetencia mía, seguro, no se me pone en la cabecera
15 de octubre de 2011
¿Por qué leo a este hombre?
Esta apoteosis del esnobismo:
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