13 de febrero de 2009

No sé muy bien lo que quiere...

... decir uno de los fragmentos: tener y no tener, lo que es y lo que se pierde...

Pero todo se me va en una especie de bruma, entre una niebla densa. No me extraña que no lo comprenda.

Tener, ser...

¿Qué significan?

Lo que yo tengo, ¿se determina por sí mismo? Entonces será que a mí me falta algo, porque yo no sé lo que soy...

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Entre unos individuos de dudosa catadura acodados en la barra sucia de madera del bar del semisótano, un viejo algo chiflado, octogenario, mira al que lee el diario de los años finales de un gran escritor húngaro, Sándor Márai, que son los diarios de un octogenario también. El viejo, que no consume nada, debe pensar que el lector, que soy yo, también está algo chiflado. Será esa la razón por la que parece que me respeta y me saluda cuando va por la calle a deshoras y con frío, con un pijama que no debe abrigar mucho, olvidado por Dios y por el mundo, acompañado nada más que de su conciencia.

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Ni que decir tiene que los Diarios (1984-1989) de Sándor Márai, ed. Salamandra, representan una lectura fascinante, y la escritura admirable de un octogenario, y de la derrota de la vida. Ya la "autobiografía" de Márai, en esta misma editorial, en dos vols. diferentes, era de obligada lectura. Bueno, nadie obliga a leer nada. Quiero decir que de libros como éstos no te arrepentirás.

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Ni de El árbol de la ciencia barojiano: la pobre España eterna, que se repite en estos días necios que nos han tocado. Corresponde ejercer la misma acre actitud: distanciamiento; luego, un poco de desprecio y un mucho de piedad para corregir.

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Pessoa también, que no falla nunca.

Danilo Kis, la Enciclopedia de los muertos: magnífica a trechos.

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Pero no puedo con tanta lectura tan diversa, ni con el estrés ni con el desorden. La vida nos rebasa siempre, aunque no siempre nos damos cuenta. Días y más días: ¿nos vamos haciendo más prudentes con tantas obligaciones a las que no sabemos corresponder de manera adecuada? Nos vamos haciendo más viejos, más escépticos... Dios quiera que nos vayamos haciendo más generosos, malgrado tantos fallos y errores.

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Una poesía, un amigo. La verdad.

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