19 de febrero de 2009

Sobremesas cartesianas

(Colegiales)

Entre no ser y Dios, el hombre; entre la ignorancia y la omnisciencia, el ser que duda, un conocimiento roto por las incertezas. En esta línea platónica, con el brumoso de omnia dubitandum despejado por el rayo matemático envolvente, con la claridad súbita alcanzada, ha salido disparado el sujeto hacia lo perfecto, ha llegado a él y ha vuelto a sí mismo a tapar los resquicios de la obra. Error.

Cimentó el edificio teológico en una verdad primera firmísima y ahora quiere excavar la tierra para apuntalar esos mismos fundamentos. Así se tiene que caer toda la construcción, o quizás es que no se pueda comenzar nunca. Cuánto mejor hubiera sido dejar la base firme y encontrarse después a cielo abierto, sin necesidad de garantías ni de garantes buenos, a fin de que cada uno juegue y construya. Que el cógito ceda su lugar al volo del niño.

¿Algo así sostiene Heidegger que sucedió? ¿Lo puede sostener Wittgenstein: ego loquor?

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Noches epicúreas.

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Noches impuras (es decir, ausente la reinen vernunft).

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