Los zoológicos son tal vez la demostración más evidente del ánimo desmesurado del siglo XIX, que llenó un continente de líneas ferroviarias, papel de diario y animales exóticos. Ese aire científico que lo contagió todo siempre ha sido más encantador e ingenuo que la ideología economicista que llegó más tarde. (G. Maier, Material rodante, p. 97)
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