Cualquiera que lea textos de divulgación biológica conoce que nuestros primos primates, los chimpancés, cuando invaden el territorio de otros grupos apiolan sin género de dudas a los machos rivales. O sea, que la crueldad está en los genes. Pero para el buenismo rousseauniano, encantado de haberse conocido, el ser humano es la especie angélica. Hasta Adolf Hitler debía ser un buen chico.
Blogger me avisa de que las leyes europeas, Dios las bendiga, me obligan a que avise a mis improbables visitantes y/o lectores de que mi blog usa cookies, pero a mí su aviso, incompetencia mía, seguro, no se me pone en la cabecera
3 de mayo de 2015
Me encuentro por ahí este comment, que puede valer contra la secta cristiana del perdón:
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