24 de mayo de 2015

(Prólogos) Es una idea: la ciudadanía como jauría humana. De ahí que la razón política deba encerrar a los recalcitrantes, los locos.. Descartes debió escribir un Discurso del método para conducir bien la insania..
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La injusticia y el dolor son sustancia del mundo, y el pecado -delito, crimen,  acto de soberbia- consiste en cobrar conciencia de ello, en hablarlo y, aun peor, en escribirlo. La satánica sierpe diole a Adán la venenosa fruta de la escritura. Menos mal que al cabo tuvimos a Paul de Man y Jacques Derrida, la izquierda heideggeriana.
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El castigo se muestra doble: razón codiciosa, absurda en un ser para la muerte; libertad como ausencia de un dios (esto es, condenado a existir como deidad con minüsculas). Falta lo más terrible: el espejo, la conciencia puesta delante de sí, reflexión, [razón de la razón, absurdos, por qués que rebotan en un no saber nada..]

Para esta escisión no existe sutura posible: la vida se existe, la filosofía se lee. Pero, ¿quién?

La justificación del uso de la razón está en su abolición total.. [Bueno, sí, Wittgenstein Viena, la crisis y todo eso.]

El método cartesiano para la locura debería asegurar que la vida es un sueño y que más vale que un genio marfuz no estafe. Una piedad barroca, calderoniana, podría avalar al mismo tiempo la tranquilidad de la existencia y la razón política: platonismo, en síntesis y suma.

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