(Prólogos) La posición social constituye un robo, una especie de pecado contra la autenticidad, contra el vacío que encuentra la razón como ser verdadero de las cosas. El usurpador ama, el pobre ironiza.. La posición, también la del amante de clase y con clase, se desenvuelve en el mundo de la apariencia, sin embargo, y resulta finalmente en muerte, en una sustancia pútrida, maloliente como todas las falsedades sociales y mundanas. El desheredado de la fortuna invierte los términos de esta dialéctica existencial: solamente a través de la vergüenza es dado el amor, mortal y utópico.
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De la atrocidad, social, existencial, podríamos, inútilmente empero, aspirar a librarnos por mediación de la escritura. Mas vale el silencio, si las palabras encuentran un eco indebido, si entran en el circuito de la misma explotación cotidiana, extenuante del sujeto que escribe, superando o al través de su dolor y cansancio..
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Reincidiendo en Wittgenstein: la buena filosofía debe salvarse por medio de su autodisolución. Esto es, que la razón debe dejarse caer en brazos de sus amas las pasiones. Concrétase la conversión en eros, escritura y alcohol (la mujer, el maldito diario, el vino de la verdad). De la razón no se vive: los latinos tenían clara la diferencia. Entre la materia y la forma de la vida, por así escribir: primum ... deinde...
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