Durante la Copa de Europa, cuando Hamburgo jugó contra Barcelona, se exaltó, gritó cada gol y, en un arranque violento, se levantó de su asiento, y arrojó su taza de té al piso.Heidegger, naturalmente, que cuando se entregaba a su afición televisivo-futbolera, no quería que le distrajeran con intelectualerías y sólo tenía ojos y palabras para la destreza de Franz Beckenbauer. Lo refiere F. Báez, y a mí me hace pensar que la presencia del mediocampista germano en la legendaria confrontación futbolera del sketch de los Monty Phyton entre helenos y teutones no era casual.
Blogger me avisa de que las leyes europeas, Dios las bendiga, me obligan a que avise a mis improbables visitantes y/o lectores de que mi blog usa cookies, pero a mí su aviso, incompetencia mía, seguro, no se me pone en la cabecera
3 de mayo de 2015
La diferencia ontológica y el césped
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