17 de abril de 2009

Moralidad

Cómo no vamos a sentirnos un poco culpables cuando nos paga la cerveza del día (la cerveza se la debemos al libro, al culto dionisíaco de Nietzsche) una persona a la que le parecemos un bicho raro, porque leemos, y un bicho admirable, porque leemos.

Es él el que no se encuentra muy bien. Digno de compasión. Pero todos lo somos. Hijos del hombre: este pensamiento (esto es, la culpa), informulado y, a pesar de todo, arraigado en los genes, lo vamos paseando luego por la calle. Como le dije esta mañana: yo no estoy serio, sino que soy serio. En español existe ese distingo. En otros idiomas, no.

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