13 de abril de 2009

Falsa alarma

Hubo un momento, anoche, muy de madrugada, en el que creí comprender lo que escribe Klossowski sobre "Nietzsche y el círculo vicioso" (entre enfermedad y escritura; entre la salud y la razón: al final quien pierde es el cuerpo, que constituye la única vida y alma). Pasó el peligro, afortunadamente.

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Escribe, traduce, traiciona, Pierre Klossowski: «De ahí la inversión de la sentencia de Parménides: "lo que es pensable es real y lo que es real es pensable" - convertida en esta sentencia contraria: todo lo que es pensable es irreal - que rompe el principio recibido de realidad.» (Nietzsche y el círculo vicioso, ed. Arena, 2004, p. 107; cursiva en el texto)

Interponiendo a Hegel entre la cosa (lo mismo pensar que ser, noein que einai) y nosotros (los lectores, los penúltimos y limitadísimos humanistas), resuena en los oídos de nuestra frágil memoria una cuerda única: Dialéctica.

Nietzsche como un inversor de su último avatar (de la Dialéctica), como un miembro (el único) del hegelianismo aristocrático: no son lo mismo, disyunción excluyente.

Ahora... que a ver quién baila con esta fea contradicción: la de arribar con el pensamiento a la irrealidad del mismo pensamiento [, igual que un mar que se anula y quiere rumor de olas en la playa].

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