10 de mayo de 2022

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-Primates somos. Negarlo es engañarse, querer ocultar esa verdad que emerge de vez en cuando y cerca, como en estos días. Ángeles y demonios, a la vez: la religión recoge esta condición dúplice y por esto es valiosa, corresponde a unos hechos... Su genealogía está bien fundada. Ahora, sus promesas y sus mundos, su escatología y ontología, sus instituciones y gobernanzas, eso ya es otro terreno bien pantanoso... Pensar en un progreso es un mito, y a eso voy, lo que nos creemos y nos creamos ahora es un mito, una cobertura de falso oro...

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-Y luego está que hay un momento evolutivo en el que generamos un mal específicamente humano, el mal civilizatorio, un poder y una violencia sobreañadidos a lo que somos de serie, a nuestra marca de fábrica. Y pensamos que todo este mal, esa desazón de nuevo cuño, pudo venir por un inmenso error, que la intención era muy otra. Quizás se quiso celebrar una fiesta, la de la autoconciencia compartida, por ejemplo, y algo salió mal. Pero salió mal porque somos primates, no lo olvidemos. 

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