En tanto amigo de la humanidad, que por eso me tengo, pues no puedo más que decir que es una pena que los 7000 y pico millones de terrícolas no accedan libremente a la lectura de la reseña facturada a ese culmen sapiencial que representa el último libro de Yojanes Arnaldus, el Doctor Stellaris, princeps philosophorum Hispanoamericae. Todavía perdura en mi pobre mente, pero de discípulo pío, la maravillosa pero de verdad maravillosa impresión que me produjo su texto sobre Martinus Nigroselvaticus, Bigotito de la rectoría, cuando lo leí hace un tiempo.
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