A cierta edad no se debe correr el riesgo de que surja un poemario, ni mucho menos una voz poética. Lo primero es tema incidental, de noches locas de antaño; lo segundo, temible, seña de integración definitiva en los arrabales de la burguesía.
Por demás, a ciertas horas, a lomos de un sueño flaco, se percibe la mezquindad, y lo que ha menester del olvido. No hay identidad sin falsedad.
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