31 de julio de 2016

Hemerotecas

Este martes, el amanecer lucía como cada día a través de las persianas del segundo piso del número 28 de la calle Lazare Carnot. Jacques Hamel se levantó para ataviarse, acicalarse y salir rumbo a la cafetería, como acostumbraba, ubicada a la vuelta de su austero hogar. El periódico local y su café con leche. No necesitaba más. (El Mundo)

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