Los personajes del nazismo refugiados en España después del final de la IIGM alegaban, frente a las solicitudes que reclamaban su repatriación por las nuevas autoridades aliadas, motivos médicos como que "la persona en cuestión no podía hacer viajes largos, cambiar de clima o modificar sus hábitos alimenticios". También se indicaba a veces la conveniencia de que el interesado reposara en tal o cual balneario peninsular. (Vid. C. Collado Seidel, España, refugio nazi)
Lo mismo que el viaje en tren y la estancia posterior en un lager, solo que en modo menos infernal. A bastantes la jugada debió salirles bien, por comunidad de intereses con las autoridades españolas franquistas.
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