23 de enero de 2014

Paideias

Pero, además de la contaminación que muchos de estos videojuegos suponen para la infancia, esta exposición a la cultura del videojuego sustrae al infante de otras actividades. Existe evidencia de que a mayor exposición televisiva y mayor tiempo dedicado a los videojuegos, menor es la capacidad de lectura y comprensión de textos. La lectura de libros —los clásicos de la infancia, desde Heidi al Pequeño Príncipe— está disminuyendo muy rápidamente. Se me criticará que esta nota transmite cierta nostalgia, lo cual no es cierto, pues mi crítica no es que no se lean estos textos, sino que no se lea este tipo de textos, en los que la narrativa conecta al individuo con la realidad que lo rodea, ayudándolo a desarrollar una visión solidaria, amable y colectiva de la sociedad. Enfatizar la fuerza, el ego, el yo y la satisfacción rápida e inmediata de lo deseado, sin frenos, nos llevará a todos a un suicidio colectivo. Y me preocupa que ya esté ocurriendo. Si quieren ver su futuro, vayan ahora a EEUU, y lo verán. El cambio sufrido desde la década de los ochenta, cuando se inició la época neoliberal con Reagan y Thatcher, ha sido enorme. El neoliberalismo, el canto al “éxito” sin frenos, el individualismo, el narcisismo, el darwinismo, han inundado todas las áreas de la cultura de la infancia. (V. Navarro, en Público)

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