24 de enero de 2014

De las memorias y de la historia

El alcalde de Burgos permite un homenaje al general golpista Yagüe en un espacio municipal

Francisco Espinosa ha identificado a 1.500 personas "con nombre y apellidos", apostilla, asesinadas en Badajoz -una ciudad que contaba entonces con 40.000 habitantes- entre 1936 y 1944. Pero estima que la cifra sea mayor, ya que no se tiene acceso a todos los archivos militares. Incluso el propio Yagüe, respondiendo a una pregunta del corresponsal del New York Herald Tribune facilitó otra cifra: "Por  supuesto que los matamos. ¿Qué esperaba usted? ¿Que iba a llevar  4.000  prisioneros rojos conmigo, teniendo mi columna que avanzar a contrarreloj? ¿O iba a soltarlos en la retaguardia y dejar que Badajoz fuera roja otra vez?". 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No todos los militares forjados en las guerras de "África", se convirtieron en oficiales con un embrutecimiento total.
Alguno que allí estuvo, porque allí le toco estar, junto con otros, se juntaban en la rebotica o en el dispensario de Tetuan, maquinando y ayudando a escapar hacia Tanger a personas que por sus ideas, peligraba su integridad. Así como a vigilar a los alemanes que llegarón tras la derrota nazi. Poniendo en peligro su vida y la de su familia
Era una persona culta, comprometida y humana, que tuve la suerte de conocer y que nos inculcó la importancia de las diferencias y de la tolerancia.
Seamos justos, en "África", también hubo personas de izquierdas y de derechas con corazón. Esto no fue exclusivo de los revolucionarios peninsulares.
P.S. Y sí, se puede hacer un estudio histórico de un personaje como Yagüe, pero no la exaltación de su persona. En eso estamos de acuerdo.

Anónimo dijo...

Lejos de mi intención defender al buen revolucionario, aquí o en ningún sitio. Hay un libro muy bueno de Carlos Rangel que se stitula si no recuerdo mal Del buen salvaje al buen revolucionario... Como de Rousseau a Castro, por así decir. En fin, que esa no es la cuestión, sino lo que a mi me parece que es una voluntad de mentir o de esconder la realidad histórica, en este o en otros casos. Y eso no me parece nada bueno. Evidente que a Yague, o a Stalin, hay que conocerlos. Y cuando los conocemos es cuando de veras nos asustamos. Porque gente como esta causó un dolor terrible y eso parece que todavía no se puede decir. Y no puede servir de excusa el que por parte del bando republicano hubiera crímenes execrables. Porque las salvajadas que cometieron yo creo que en general están más que sabidas, y a sus autores ya los juzgaron los ganadores de la guerra. Pero las salvajadas que cometieron los franquistas en la conquista de Andalucía, por ejemplo, aplicando, si, las prácticas africanistas, como si de una cruzada en tierra de moros se tratase, y con la mentalidad añadida de los terratenientes que consideraban a los campesinos como infrahombres o cucarachas, esas barbaridades no están bastante dichas. Con mesura y sosiego se deben decir. Y en las cunetas no deben quedar cuerpos sin enterrar. Pero me temo que este es un país de caines. En el libro de Preston, El holocausto español, vienen compiladas las atrocidades, de uno y otro bando. Es por eso que una exaltación, si lo es, de la figura de Yague, o de otros tales, es como si se quisiera salvar a los nazis porque hicieron autopistas, o a Stalin por conceptos similares. Un saludo.