25 de junio de 2009

Ying/Yang

Los hechos se encierran en un sistema que contraviene metódicamente a nuestras pasiones. Nada según ellas, todo según su cadena de hierro. Para corregir esa realidad se inventaron los horóscopos. Éstos, que contienen enunciados infalsables, dibujan un mundo tan abierto que ninguna posibilidad tiene que retirarse.

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De la tontería me saca, últimamente, alguna página de Bonhoeffer. Este hombre no sabe que va a morir, si bien en alguna ocasión se plantea esa posibilidad (¿sólo intelectualmente -formalmente- considerada? y piensa en el testamento. ¿Lo sabe acaso (que va a morir)? Puesto que un concepto de verdad postcínica (el desnudo queda proscrito aun en la esfera del saber) nos demanda que pongamos velos para prevenir de los males e inhumanidad de un exceso de luz, no habría que extrañarse si quedara tapado lo fundamental: que uno estáa condenado.

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Mi tontería, que no son las pasiones, que me dignifican llevadas con sufrimiento. Quizás la falta de voluntad, o un errático funcionamiento de las pequeñas células grises (belgas).

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Por alguna razón, uno, que tiene de guapo lo que de multimillonario del acero, ha perdido una bizarra cualidad de tiempos de juventud lejana ya: la de la fotogenia. En mi interior me contemplo con los ojos de Platón (ya nos comprendemos), pero delante de la cámara... Me escuece un poco, la verdad. (Vergüenza que he perdido para confesarlo.)

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