13 de junio de 2009

Que no se me olvide, una cosita

De siempre los vecinos se han mostrado escrupulosos con el cumplimiento de las leyes (por parte de sus vecinos; con respecto a sus mismas acciones han tendido a una mayor laxitud u ocultamiento). Recuerdo que mi padre plantó una vez una superficie, minúscula, de tierra con tabaco, al lado de la casa. Como no creo que la Benemérita huela a distancia tan larga, ni que tenga capacidades extrasensoriales, hay que pensar en que algún honesto vecino se creyó en la obligación de dar parte a la autoridad, que en efecto fue a mi casa a deshacer el delito. El escrúpulo legalista debía venir no de rencores contra mi padre, que era un bendito y no creo que tuviera ningún enemigo en este mundo, sino de parte de alguien que quisiese hacer méritos delante de la autoridad. Todo esto (de justificarse ante quien manda, o ejecuta los mandatos) tiene que venir del tiempo de la guerra civil y después, cuando la delación hubo de ser virtud política (y hasta religiosa). Creo yo, que no lo sé.

2 comentarios:

Egoficción dijo...

Descubrir los pecados y lo errores en el prójimo y en uno mismo siempre ha sido un mérito. Otra cosa es si de posible cobro. Otra mayor, de si honesto cobramiento. Estas son cosas que pasan en tu mundo... en fin, que tambi´çen es el mío aunque no me guste.
Pd: mi abuelo Paco era brigada de la Guardia Civil, y no sólo cultivaba tabaco sino que se lo fumaba (así acabó); la paga se la gastaba a las cartas con los maquis (¡los gloriosos maquis de la Alpujarra!).

Egoficción dijo...

¿Piensas que si documneto bien lo de la ludopatía de mi abuelo podrán pasarme una paga como nieto de luchador antifascista? Con zapatiestas nunca se sabe. Infórmate, por favor.