8 de abril de 2007

Domingo

(Suenan las campanas de la iglesia: la piedad asoma por los resquicios... En un dulce abandono... sentado en aquel sitio. Lo he pensado antes de entrar, y al irme: el pobre viejo del bar.)

No es pensamiento, sino el miedo que lo preside todo: antes estaba detrás, haciendo sentir la incomodidad en cada uno de los actos conscientes, que debían salir errados. Ahora se atreve a hablar. el miedo se ha hecho mayor. Ya no atrás, ni en el fondo: en un primer plano superficial, rindiendo sus frutos amargos. Una angustia que ya no provoca crisis de pánico, las va diciendo día a día. En algún momento decidió escribirlas.

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En alguna de las percepciones -la parte publicable de los pensamientos, al menos en la pretensión- la compasión posee las notas del mal: queriendo evitar el dolor, general, provoca el dolor -a los particulares.

(Schopenhauer era el filósofo favorito de Hitler, su mascota ideal. No mostremos extrañeza: la masa anulada facilita el trabajo del escultor, del constructor y del instructor. Se perdió la esperanza, ninguno asoma la cabeza para afirmar su voluntad solitaria, Nadie es un pequeño Nietzsche. Publicistas y políticos marchan por la senda del gran misántropo y reaccionario. - ¿A dónde van?, se preguntan las gentes. -Os están estudiando, dice alguien.)

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Tras la extensión metafórica del significado se encuentra la ausencia de una premisa en el silogismo: aquella que contiene el término medio. Una metáfora representa un silogismo truncado, y la intuición poética el lujo o exceso de la inteligencia, realizando las síntesis debidas.

(En ningún momento se ha abandonado el procedimiento metafórico: vive ya en la misma raíz de las palabras; de ahí que todo enunciado contenga ya una interpretación: entendiendo que ésta depende de la etimología. "Metáfora": un ir más allá.)

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