El Diarista resulta a veces una pizca irritante, o un poco más: no sé si victimismo en relación con la lengua, sé que entonces había razones, pero sí prejuicios y estereotipos en relación con otros pueblos o regiones o naciones. Qué más da. Y todo eso con la rectitud moral por montera. Torpeza, en el fondo.
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