Acepto la selección realizada por quien escribe. La selección de lo que cuenta y de lo que escribe, que no es lo mismo. Acepto, incluso, la reescritura, el ornato ex post. Lo que no llevo bien es la filtración practicada por los otros, los cortes, las infames antologías practicadas por los seres queridos, según su santa conveniencia anímica o económica.
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