Absurdos sueños de escritura, platónicos. Sentado delante de la hoja en blanco, percibe que ya es capaz de dominar el oficio, que para ello debe entregarse a juegos como la descripción del cuerpo de X. Pero la tinta no fluye. El estilo raspa el papel. ¿Represión?
En el segundo tema de la asignatura, dos epígrafes de título parecido, un tema escrito a mano por demás, figura una pequeña investigación sobre el platonismo en las letras de las canciones de los Rolling Stones, nada menos, con mención incluso de autores italianos renacentistas. No recuerdo cuáles, tendré que mirarlo.
El bolígrafo, un Inoxcrom, es demasiado pequeño para cumplir su función, aunque sí que es del grosor adecuado. En la papelería donde consulto en busca de solución, el dependiente compara su longitud con la de otro bolígrafo de forma y embocadura (!) más bien extrañas. Más delgado que el mío, no es tan largo como aparenta sin embargo, aunque parece que le falta una pieza. ¿Una rara pirámide truncada de la que mamá tinta en lugar de la sangre del sacrificio a los dioses? No me atrevo a interpretar, porque lo mismo pienso en el cuerpo de las grandes torres, allí hasta donde se puede acceder para mirar, cuando por arriba solo queda la prolongación babélica o la antena de comunicaciones (si no son lo mismo), que en la gestalt y las ilusiones ópticas, o en resabios freudianos pasados por la psicología del cine de destape.
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