Dejando en un margen las dimensiones narratológicas de los Diarios de Trapiello (autoría, estatus del personaje, el yo narrador, espacio y tiempo, ficción o verdad, etc.), un riesgo, bendito riesgo, para el lector es el de querer construirse su propia memoria sentimental con los materiales de derribo ajenos: o sea, los hechos públicos. Unos episodios nacionales pasados por la turmix del ego scribens.
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