Durante demasiado tiempo he permanecido solo, oyendo el ruido de mis pasos por estos corredores fríos, mirando sin razón ni esperanza dentro de habitaciones vacías. Contaba con que llegarían las visitas, como cada año. Se me debe, por nacimiento y señorío. Me temen, no sé por qué, ya que mi condición es dulce y el único daño del que soy capaz es el que me hago a mí mismo en la conciencia, cuando paseo en este castillo prisión. De este sufrimiento, repito que a mí sola existencia infligido, nadie sabe hasta ahora. Conozco que mi fama me precede, pero de eso yo no tengo ninguna culpa, yo no soy causa de lo que piensen los demás. Nunca les he dado motivo, si no es que me hacen responsable de lo que determina mi sola naturaleza. Yo no me hice nacer, sino que me pusieron, híbrido, en el mundo. Ni mortal ni inmortal, sin fecha ni plazos señalados. Si fuera un dios, todo me resultaría indiferente; si mortal, me obligaría a salir al mundo, por ver lo que da de sí una breve jornada. Aquí estoy, un apestado, entre sombras, con el corazón derruido. Arranco las hojas del calendario, y pienso que en la ciudad harán lo mismo, con pánico de las horas. Ellos tienen fe, pero yo soy el destino -la verdad y las sombras, el agua y el frio-, y de nada les sirve la creencia ni el dinero..
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