Le conté al Dr. Nitche mi sueño. No podía andar. Arrastraba una cadena al cabo de la cual debía haber una bola muy pesada. Así al menos se representan a los prisioneros. Al volverme vi, esa era la razón, a una especie de diablo que tiraba de mí. Soy tu pasado, creí que me decía. Nadie se libra de su peso. Ya puedes arrojar tus relojes, o hacerlos girar hacia atrás. En realidad, tampoco existo, seguía hablándome. Soy tú, que no te queda más remedio que reconocer la verdad. Aunque sea proyectándote en un sueño.
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