La actitud de los científicos alemanes es una paradójica inmersión en los infiernos o, en otro sentido, un regreso a los orígenes de la humanidad. Hace millones de años, en vez de detenerse a contemplar una explosión atómica, un ser humano se hubiese limitado a dibujar bisontes y serpientes en el techo de la caverna al tiempo que cuidaba de esa otra fuente de energía, el fuego, con el mismo celo y la misma reverencia con que ahora vigila los detalles del reactor. (J. Volpi, En busca de Klingsor, p. 393)
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7 de mayo de 2016
Platonismos; el retorno de la caverna
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