De la necrológica de L. Mumford (El País, 1990) extraigo este párrafo de asombrosa heterocliticidad si bien lo consideras:
En 1958 publicó un ensayo titulado The highway and the city, en el que apasionadamente atacaba la implantación de autopistas en las ciudades. En este ensayo profetizaba que las grandes urbes se convertirían en tumbas de cemento en las que las rampas cubrirían el cadáver de una ciudad. Como reconocimiento a sus aportaciones a la cultura americana, Ronald Reagan, entonces presidente de la nación, le concedió la Medalla Nacional de las Artes.
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Enemigo de las grandes estructuras de cristal, que consideraba que sólo añadían un toque de aburrimiento a los grandes edificios, era sin embargo un amante del orden arquitectónico.
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